Antumiá

Ilustración: Javier Berján

Antumiá «Espíritu del agua»

«Cuando va cruzando el espeso follaje de la selva o cuando surca los densos e intrincados manglares, la ruta del Antumiá parece una lenta peregrinación que desemboca en las riberas donde descansan los ríos de su viaje, penetrando la piel resplandeciente de los grandes ríos que rompen las selvas. El Antumiá habita un universo en lo profundo del mundo tangible, debajo de los ríos, y tomando la forma de puerco de monte deambula por las venas esenciales de la naturaleza. Tiene el sigilo y la vida errante del melancólico perezoso gigante, con fuertes rasgos de homínido. Visto desde lejos, a prudente distancia para no ser sorprendido por su letal mirada, el Antumiá parece un hombre gigantesco de frondosa cabellera y alborotada pelambre. Sin embargo, si es lenta la vida suya a la vera de los ríos o en la cima de los guayacanes, su fuerza sobrehumana responde al llamado de su Jaibaná; sale del río para protegerlo y lo defiende con su propia vida. Desdibuja con sus saberes cualquier infortunio y del mismo modo, si su Jaibaná se lo ordena, puede causar perjuicio a su enemigo. Antiguamente sólo los Antumiá-diablos eran Jaibanás y se asegura que les enseñaban a los hombres a valerse por sí mismos para sobrevivir.

Megaterio



El perezoso gigante, conocido científicamente como Megatherium, fue un mamífero terrestre prehistórico que habitó América durante el Pleistoceno. Considerado el mamífero más grande de su época en este continente, presentaba similitudes con los perezosos actuales, aunque sus dimensiones eran mucho mayores. A pesar de desplazarse en cuatro patas, ocasionalmente se erguía sobre sus patas traseras, alcanzando entre seis y ocho metros de altura. Este coloso sobrevivió hasta hace aproximadamente 8,000 años en las llanuras americanas, perteneciendo al orden Pilosa, el mismo grupo de los perezosos modernos. Sus fósiles se han encontrado en diversas regiones como Colombia,  Perú, Venezuela, Argentina, Cuba y Chile, confirmando su presencia hasta bien entrado el Holoceno.
Originario de Sudamérica, el perezoso gigante migró hacia Norteamérica cuando ambas masas continentales se unieron hace dos millones de años, lo que explica la presencia de restos fósiles en lugares como Texas. A pesar de su apariencia imponente, era un herbívoro, alimentándose de plantas. Al erguirse, podía superar los cuatro metros de altura, lo que le permitía alcanzar las hojas de los árboles altos, de los cuales se sujetaba con sus enormes garras. Se cree que estas garras, además de servirle para trepar y cavar, también le habrían proporcionado un eficaz mecanismo de defensa.

Colombia

Maraterío

«Perezoso Gigante»

Pacífico Colombiano

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