«Aprendiz de cazador»
Ilustración: Javier Berján
Janyama Meauai «Aprendiz de cazador»
Agua abajo por los ríos, la danza del Antumiá es interrumpida por el llanto de una criatura, que en medio de los escombros de lo que fue una batalla, es el único superviviente de una tragedia, causada por un Jaibaná corrompido que enceguecido por su codicia, arrasó una comunidad entera para apoderarse de sus tierras.
Sin embargo, entre estas ruinas, resuena una luz… un llanto de una criatura recién nacida. De pronto… el Antumiá detiene su desilusión! comienza a escarbar y encuentra una manito que entre los escombros, palpita… un milagro… y ahora con el niño entre sus brazos, l habrá de llamar “Ventura”.
A quién decidirá ponerlo en manos de Casimiro, un Jaibana poderoso y sabio quién será su mentor, y así, será él quién le enseñará los secretos y misterios de la selva, le enseñará a ser un verdadero hombre, un autentico JAIBANÁ.
Texto: Sebastián Villanueva
Inspirado en : Zrõarã nẽburã (Historias de los antiguos), una compilación de cuentos narrados por Floresmiro y algunos parientes suyos reunida por el antrópologo colombiano Mauricio Pardo Rojas. Este documento sigue siendo hasta la actualidad la mayor recopilación escrita de literatura oral de los emberas del Chocó. 1984 el Centro Gaitán de Bogotá
Jaibaná
En las profundas SELVAS del PACIFICO Colombiano, en las riveras de sus ríos, habitan los GUARDIANES de la sabiduría de la naturaleza. Desde hace miles de años, los indígenas EMBERÁS, cuidan la tierra y se comunican con los espíritus del agua, del viento, de las rocas, de las plantas y de los animales.
Allí donde la noche despierta en miles de sonidos y los bosques se hunden entre el mar y el ríos.
Cuentan que antiguamente… los JAIBANÁ, o verdaderos Hombres, son quienes viven entre el mundo de los espíritus y el mundo real. Son los sabios chamanes de la selva, que tienen el deber de comunicarse con los espíritus de todos los seres para pedirles permiso, así sea para tomar un fruto o cazar un animal, tienen que pedirles permiso para no traer enfermedades o maleficios a su comunidad, también tienen el poder de transformarse en el animal que deseen, de curar a la gente y de traer la abundancia y la prosperidad a sus pueblos.
Pero… antes de ellos, fue el espíritu del agua, llamado ANTUMIÁ quién enseña a los EMBERAS a valerse por si mismos para sobrevivir.
EL ANTUMIA
Visto desde lejos, parece un gigantesco hombre cubierto de pelos alborotados, con temibles garras y zagás mirada, vive debajo de los profundos ríos y su fuerza sobrehumana responde al llamado de su Jaibaná.
Aquí empieza la danza, la danza del Antumiá, un dialogo entre el espíritu del agua y un verdadero hombre o Jaibaná.
Colombia
Floresmiro Dogiramá
(Alto Baudó, Chocó, ca. 1902 ca. 1982)
fue un intelectual, dirigente y médico tradicional (jaibaná) embera dóbida (lenguas chocó) colombiano. Participó activamente en la reclamación de títulos colectivos de tierras para los emberas en la cuenca alta del río Baudó, en Colombia, y colaboró estrechamente a lo largo de su vida con antropólogos y documentalistas como Erland Nordenskiöld y Brian Moser.
La fuente de información más completa sobre la vida de Floresmiro, descrito por el antropólogo colombiano Luis Guillermo Vasco Uribe como «un hombre de dos mundos», desde las primeras andanzas con su padre, Villamoro Dogiramá, es Zrõarã nẽburã. Por su madre, Clementina Uainora, una embera panameña bilingüe, Floresmiro creció hablando embera y español, algo que sería determinante en el desarrollo de su vida en un tiempo en que apenas algunos indígenas chocoanos poseían un manejo completo del español. Así, siendo todavía muy joven, trabajó como asistente de Juanico Castro, un comerciante cartagenero afincado en el Baudó. Gracias a Castro, Floresmiro llegó a tener una modesta colección de cartillas que usaría para enseñarse a sí mismo a leer y a escribir en español. Su astucia política y manejo del español hicieron que en 1918, cuando tenía apenas 16 años, se convirtiera en el primer indígena nombrado para el cargo de comisario de indígenas del Baudó, puesto en el que permanecería por 30 años hasta 1948. Floresmiro también sería, aunque por poco tiempo, uno de los primeros profesores indígenas en la región del Baudó, y en la actualidad una escuela en el área lleva su nombre.
En 1984 el Centro Gaitán de Bogotá publicó Zrõarã nẽburã (Historias de los antiguos), una compilación de cuentos narrados por Floresmiro y algunos parientes suyos reunida por el antrópologo colombiano Mauricio Pardo Rojas. Este documento sigue siendo hasta la actualidad la mayor recopilación escrita de literatura oral de los emberas del Chocó.
Pacífico Colombiano
Mapa linguistico «Embera»