Lucha contra un Jaibaná poderoso
Ilustración: Javier Berján
Kosasá de lloró
Años más tarde… un Joven hábil y raudas como un tigre de monte, cauteloso y sagas como un venado, es ahora un hombre. “Ventura”, que se refugió en el abrigo y la sabiduría del Jaibaná “Casimiro” y su legión de Antumiás, quienes lo apadrinaron y le enseñaron las bondades de la selva.. a entrar al mundo de los espíritus, a transformarse en cualquier animal, lo prepararon para ser un Jaibaná.
Sin embargo por las selvas que abraza el rio lloró, resuena el rumor de un joven que podría destronan la tranquilidad de cualquiera de los hombres de selva o de rio.
Un día, se congregaron por el rio lloró, todos los Jaibanás de la región, y entre todos una punzante mirada con actitud desafiante, un Jaibaná Grande de Lloró: ¡Kosasá! Airado y desbocado por la bebida, Kosasá retó a Ventura por el murmullo que boga entre los esteros y los mangles, sus habilidades y destrezas para pelear. Ventura rechazaba la pelea, hasta que la imprudencia sobrepasó límites, y con fuerza lo cogió del pelo con una sola mano y lo sacudió cuatro veces sobre una piedra de moler. Muy humillado, Kosasá lo condenó con el poder de su diablo Antumiá o espíritu del agua, el cual emerge de las profundidades del río, y en un santiamén lo apresó y llevó consigo al otro mundo, donde habitan los espíritus, para ejecutar su muerte.
Sus poros se desfiguran en un pelaje oscuro, sus manos se tornan en pezuñas y su nariz en hocico, su cuello está dibujado por un collar blanco y así, liberado de su forma humana, VENTURA se transforma en Bidó (puerco de monte) así su espíritu comienza la travesía, se adentra por todos los mundos, debajo de los ríos.
Allí… Gritó una chola: “ Mándenme al condenado”.
Era nada más y nada menos que la mamá de todos los Antumiás, que le ordenó a los súbditos de Kosasá que subieran al condenado a su casa en medio del río. Su posada estaba hecha de guayacán curtido y asentada sobre estacas cual extremidades de una araña. En el centro de su palafito sobresalía una caldera, donde cocinarían a Ventura.
La madre de los antumiás lo pone a prueba para decidir su destino, para ver que tan bueno es su corazón, le ofrece mucha comida para probar su gula le ofrece totumadas chicha para ver si es un borracho, mientras le indica que pegarle a otras personas es malísimo y le advierte que este mundo solo comprende la mesura y que cualquier exceso no le permitirá regresar a su mundo… y veía la chola que ventura es de buen corazón y alma pura.
En otro lugar… Preocupado por el destino de su ahijado, Casimiro y sus Antumiás lo buscan desesperadamente por el inframundo, plagado de espíritus hambrientos y voraces. Afanados, se dirigen río abajo con su mirada cortante entre los mangles, inquietados por la fortuna de su pupilo: Ventura.
Casimiro y sus Diablos-Antumiá, percibieron el aroma de Ventura en las riberas de Aibí Ibuzromá (Playa Grande) y con el sigilo de tigre de monte, sorprendieron a los antumias de Kosasá arrastrando del pelo a su presa y así se formó una feroz batalla.
Durante el ocaso, raudos zarpazos y gruñidos espantosos tiñeron el río de sangre hasta que Ventura logró soltarse de las garras funestas y desaparecer en el estero. El ahora más fuerte y sabio regresa al mundo real. Como un verdadero hombre como un JAIBANÁ!
Texto: Sebastián Villanueva
Inspirado en : Zrõarã nẽburã (Historias de los antiguos), una compilación de cuentos narrados por Floresmiro y algunos parientes suyos reunida por el antrópologo colombiano Mauricio Pardo Rojas. Este documento sigue siendo hasta la actualidad la mayor recopilación escrita de literatura oral de los emberas del Chocó. 1984 el Centro Gaitán de Bogotá
Jaibaná
En las profundas SELVAS del PACIFICO Colombiano, en las riveras de sus ríos, habitan los GUARDIANES de la sabiduría de la naturaleza. Desde hace miles de años, los indígenas EMBERÁS, cuidan la tierra y se comunican con los espíritus del agua, del viento, de las rocas, de las plantas y de los animales.
Allí donde la noche despierta en miles de sonidos y los bosques se hunden entre el mar y el ríos.
Cuentan que antiguamente… los JAIBANÁ, o verdaderos Hombres, son quienes viven entre el mundo de los espíritus y el mundo real. Son los sabios chamanes de la selva, que tienen el deber de comunicarse con los espíritus de todos los seres para pedirles permiso, así sea para tomar un fruto o cazar un animal, tienen que pedirles permiso para no traer enfermedades o maleficios a su comunidad, también tienen el poder de transformarse en el animal que deseen, de curar a la gente y de traer la abundancia y la prosperidad a sus pueblos.
Pero… antes de ellos, fue el espíritu del agua, llamado ANTUMIÁ quién enseña a los EMBERAS a valerse por si mismos para sobrevivir.
EL ANTUMIA
Visto desde lejos, parece un gigantesco hombre cubierto de pelos alborotados, con temibles garras y zagás mirada, vive debajo de los profundos ríos y su fuerza sobrehumana responde al llamado de su Jaibaná.
Aquí empieza la danza, la danza del Antumiá, un dialogo entre el espíritu del agua y un verdadero hombre o Jaibaná.
Colombia
Bidó, Tatabro, Pecarí de collar
(Tayassu albirostris), es una especie de mamífero artiodáctilo de la familia Tayassuidae. Destaca por ser una especie amansada por algunas tribus indígenas americanas, sin llegar a estar verdaderamente domesticada. Ciertas regiones, como la del Urabá (Colombia), se distinguían por la gran producción de este animal, cuyos ejemplares y carne se enviaban como artículo de intercambio a las tribus interioranas de la Serranía de Abibe y el noroeste de Antioquia a cambio de oro y algodón.
Pacífico Colombiano
Mapa linguistico «Embera»